Mares y costas de Cuba son atractivos relevantes para la concurrencia de turistas al archipiélago caribeño, que despliega un abarcador proyecto: Resiliencia Azul, para la adaptación al cambio climático en la península de Guanahacabibes y la playa Santa Lucía.
Ubicadas, la primera en el extremo occidental de la isla, en la provincia de Pinar del Río, y la segunda en la oriental provincia de Camagüey, ambas son zonas clave a escala nacional por la riqueza de sus ecosistemas y su vulnerabilidad a los riesgos costeros y al cambio climático.
La iniciativa, de cuatro años de duración, tiene como socio financiero al Fondo Francés del Medio Ambiente Mundial, mientras el aspecto técnico está a cargo del Centro Nacional de Áreas Protegidas de Cuba y el Centro de Investigación Medioambiental de Camagüey.
El Parque Nacional Península de Guanahacabibes, sitio declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1987, ocupa una superficie de 39 830 hectáreas, de las cuales 15 950 son marinas, y es considerado por muchos un paraíso para los amantes de la naturaleza, el ecoturismo y las actividades acuáticas, como el submarinismo.
En el territorio se encuentran más de 700 especies florísticas, con un endemismo próximo al 20 %. Habitan allí 16 especies de anfibios, 35 de reptiles, 192 de aves, 18 de mamíferos y 86 de mariposas diurnas, además de 109 de algas, 39 de esponjas, 701 de moluscos marinos y 201 de peces, entre otras, y sus aguas albergan la mayor reserva de coral negro del Caribe.
Interesantes senderos y unas 15 playas casi vírgenes están entre las ofertas de la península, a cuyas costas, de mayo a septiembre, arriban cuatro de las siete especies de tortugas marinas en peligro de extinción que existen en el planeta, para desovar en las dunas de arena.
El otro objetivo de Resiliencia Azul, Santa Lucía, situada al sur del Canal Viejo de Bahamas, es uno de los principales destinos turísticos del país, con 20 kilómetros de playa arenosa de origen coralino.
Sus aguas apacibles y transparentes, sin especies agresivas, son ideales para los deportes acuáticos, la pesca superficial, la fotografía submarina y los baños de mar. La cercanía de una inmensa barrera coralina la convierte en una suerte de gran piscina natural.
Entre los muchos atractivos de la playa Santa Lucía, figura la conservación de la mayor población de flamencos rosados del Caribe, en su entorno y en cayos próximos.
Este proyecto de cooperación entre Cuba y Francia, no solo ofrece mayor seguridad a los ecosistemas y las comunidades de pobladores locales, también permite que naturales y extranjeros puedan continuar disfrutando de los paisajes, la biodiversidad, los encantos de los mares y las costas de la isla mediante un turismo azul, resiliente y sostenible.
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