Una cosa es nadar, otra rescatar, y otra robar... Hubo, durante el azote del huracán Irma, quien confundió los conceptos y "buceó" en los alrededores de ciertos comercios para "pescar" lo que ande suelto, e incluso para "liberarlo": la moralmente relajada "lucha" que algunos veneran como un arte de la supervivencia...
Contra esos pícaros actuó el &Oárgano de Trabajo Jurídico del Consejo de Defensa Nacional, que radicó 35 procesos penales relacionados con el paso de Irma, que van desde la especulación y el acaparamiento, hasta el robo con fuerza, los hurtos y el desacato a la autoridad.
En nota oficial, las autoridades advirtieron que aplicarán una política penal severa ante "los hechos vandálicos perpetrados por individuos inescrupulosos que se aprovechan de difíciles situaciones para cometer delitos contra la ciudadanía y los recursos estatales".
Como sea, la indolencia y el oportunismo afloraron en medio del desastre, y no faltó quien multiplicó los precios de ciertos productos, cobró servicios que bien podrían haberlos regalado, por humanidad aunque sea, o se coló en viviendas cuyos moradores habían dejado para evacuarse, y robaron a trocha y mocha.
Entre las medidas propuestas destacan los juicios ejemplarizantes, para escarnio público, aunque el que se aprovecha de una desgracia nacional para lucrar, no tiene demasiada verguenza a la que apelar, y sí una cara de granito a prueba de huracanes.