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Para Julio Alvite, destacado artista cubano del lente, la fotografía es una profesión altamente reconfortante y que crea momentos inolvidables, pues le permite compartir y mostrar lo que otros hacen o padecen. Es por ello que a principios de la década de 1990 cambió su trabajo en el ámbito de las Relaciones Internacionales por el lente y, según cuenta, con la fotografía podía llenar muchos espacios hasta ese momento insospechados para él.

En entrevista exclusiva con la revista 55 Minutos, Alvite habló apasionadamente de su labor como fotógrafo, en la cual lleva ya 18 años, y explicó que su primer encuentro con la fotografía fue a través del destacado profesional cubano ya fallecido Juan José Vidal.

Visitaba eventualmente su estudio de trabajo (el de Vidal) en el Ministerio de Cultura, y no podría olvidar jamás los olores de aquel lugar, los sonidos pendulares de las bandejas conteniendo los líquidos de revelado y la magia de todo aquel momento que terminaba al emerger lenta y asombrosamente una imagen fotográfica", dijo.

Soy casi completamente autodidacta, como la mayoría de los colegas que asumen y practican la fotografía como oficio, de hecho, uno de los sueños acariciados por algunos de nosotros, probablemente muchos, es justamente la creación de una Escuela Cubana de Fotografía, donde pueda aunarse toda la experiencia de tantos buenos fotógrafos de este país".

Para Alvite, la fotografía publicitaria es su especialidad preferida, pues sus escenarios, aparentemente controlados, son muy exigentes, aunque &el retrato y la vida de la gente, añadió, estarán siempre en el centro del trabajo que realizo".

Recuerdo especialmente la visita de Patch Adams (famoso médico norteamericano conocido como creador de la risoterapia) a Santa Cruz del Sur, en Camagüey (provincia del oriente cubano), a raíz del azote de un ciclón en esa zona. Ver como este hombre inmenso podía convertir el dolor en risa, la tristeza en una larga, sonora y franca sonrisa, y estar ahí para captarlo, marcó mi vida como fotógrafo y como ser humano".

Cada día, este destacado fotógrafo dedica entre 12 y 14 horas a su trabajo. No escatima el tiempo, pues su ocupación, además de permitirle vivir y atender sus responsabilidades como padre, le propicia la dicha de sentir que se dedica a algo que ama profundamente.

La fotografía, definitivamente, significa mucho; todo lo importante que uno pueda tener, un oficio del cual, además, no existen retiros ni jubilaciones. Los fotógrafos envejecen con la cámara al cuello y eso es una bendición, como también lo es contar con una compañera de la vida, sin la cual no hubiera podido llegar a este momento, y dos bellas hijas que me hacen tocar cada día de la vida la inocencia, el amor puro de un hijo y también, por qué no decirlo, la paciencia", dijo finalmente.