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Cuba y Guyana, a 51 años de relaciones diplomáticas

Por: Amanda Bedia
07 Dec 2023
Cuba y Guyana, a 51 años de relaciones diplomáticas

No exageran los que creen que un vínculo entrañable y hermoso se estableció a partir del 8 de diciembre de 1972, 51 años atrás, cuando Cuba estableció relaciones diplomáticas con la nación soberana y caribeña de Guyana, acompañada por sus hermanas, también anglófonas, Jamaica, Trinidad y Tobago y Barbados.
El acto valiente y solidario de las islas caribeñas, en el caso de Guyana, con estatus colonial hasta 1966, tenía una bonita historia particular pues en 1961 había iniciado lazos políticos, comerciales y de cooperación con la mayor de las Antillas, por voluntad de Cheddi Jagan, al frente del Partido Progresista del Pueblo en el poder hasta 1964.
Tras una etapa de vacío después de esa fecha, el camino pudo ser retomado en 1972, abonado, si se quiere, desde aquella experiencia inicial.
Y solo cuando pudo establecerse como país independiente y dueño de su destino pudo retomar con vigor y hermandad ese loable empeño, pese a los intentos y presiones de intereses poderosos ya conocidos.
El establecimiento definitivo de relaciones diplomáticas en 1972, abrió una etapa de estrechos y duraderos lazos que expresaban una profundad vocación de unidad, por la historia común de la región caribeña -no obstante al idioma diferente- y el deseo político y de hermanos de cooperar entre sí por el desarrollo de todos, estableciendo vínculos culturales, políticos y comerciales al más alto nivel.
Con la creación de la Comunidad del Caribe (CARICOM) en 1973, esos lazos se ampliaron y se estrecharon y la nación socialista viene celebrando desde hace 20 años su Día especial con la institución, coincidiendo con el 8 de diciembre, en la cual sus nexos con la bella Guyana tienen especial protagonismo.
Ya afincados en el año 2023 de este arduo milenio, Cuba sigue recibiendo por parte de las autoridades de Guyana y del pueblo de esa pequeña nación, su apoyo contra el brutal bloqueo a que es sometida por el gobierno de Estados Unidos.
Igualmente, en este año se han ratificado los convenios que establecen una relación ejemplar y consagrada con los programas sanitarios de la nación hermana.
En 1973, cuando Fidel Castro visitó a Georgetown, capital de la valiente nación, reconoció y agradeció el gran coraje mostrado por esos estados caribeños soberanos que estaban contribuyendo a echar abajo el bloqueo criminal de la nación todopoderosa del Norte.
Un ejemplo de que los vínculos políticos, comerciales y culturales crecen y se actualizan constantemente fue la firma en la capital de Guyana de un acuerdo de cooperación económica en la segunda jornada del Foro de inversión agrícola que tuvo lugar allí del 20 al 22 de octubre pasado.
Tal protocolo plasmó como objetivo principal garantizar la colaboración cubana a los servicios de asistencia técnica agrícola y forestal y también diseñar un marco de cooperación general entre los Ministerios de Agricultura de ambos países, sobre todo en algunas vertientes como la producción de vegetales y otros alimentos.
La búsqueda y establecimiento de proyectos comunes han ido más allá, pues ya hay todo un frente que establece las coordinaciones en cuanto a política climática y de enfrentamiento al calentamiento global, teniendo en cuenta la condición vulnerable que agrava nuestra insularidad y no estar entre los países desarrollados.
Compartimos juntos el hecho de ser bellísimas islas soberanas, paraísos terrenales de gran potencial turístico, cultural y económico, pero la realidad imperante nos lleva a unirnos en la salvación de nuestros ecosistemas y el patrimonio, no solo natural, sino humano.
El embajador cubano en Guyana Jorge Francisco Soberón Luis, trabaja desde este año en el seguimiento de los objetivos que reflejan nuestra amistad incondicional, propia de naciones que se saben hermanas.
El presidente cubano Miguel Díaz Canel dijo cierta vez refiriéndose a los vínculos; “Somos naciones pequeñas enfrentadas a grandes desafíos”, de seguro pensando también en el privilegio que teníamos de poder marchar de la mano en la lucha por nuestra sobrevivencia, nuestra amistad y por nuestro derecho inalienable al desarrollo, por las vías más racionales, justas y humanas.

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