Cuba es una isla extraordinaria donde coexisten bondades y asombros. Su naturaleza atrapa y estimula; muchas de sus ciudades amparan tesoros seculares; su cultura desborda colorido; y el cubano, carismático y alegre, entrega lo mejor del caribeño insular en cada encuentro con los amigos.
Con temperaturas benignas y agradables, el clima cubano hace de este archipiélago un territorio próspero para el esparcimiento, la contemplación, la aventura y, más que todo, para enamorarse.
Más de 300 playas naturales bordean la Isla: pequeñas e íntimas; abiertas y amplias; limitadas por montañas y otras, por imponentes acantilados. Todas, siempre cálidas, limpias, seguras, de aguas transparentes y fondos marinos con apreciables atractivos y valores naturales.
Entre las playas de Cuba sobresale Varadero, que encanta por su genuina belleza natural; la maravilla de sus atardeceres; su infraestructura óptima para cortas y largas estancias y las facilidades para la práctica de los deportes náuticos y el submarinismo. La cayería que rodea el archipiélago cubano es también un cautivante ofrecimiento. El estado casi natural de estos cayos, con su fauna y vegetación autóctonas y en estado salvaje, es lo más parecido a las tierras descubiertas por Cristóbal Colón hace casi cinco siglos. Entre los cayos cubanos más destacados se encuentran: cayo Levisa, en Pinar del Río; Cayo Largo del Sur; cayo Coco y cayo Guillermo en Ciego de &Aávila; cayo Santa María en Villa Clara y cayo Sabinal, en Camagüey.
Pero además de playas y cayos asombrosos, Cuba posee bienes que alternan encanto e historia, una herencia maravillosa que forma parte indisoluble de su identidad y cultura: urbes que muestran la magia que persiste en ellas; lugares que trascienden lo imaginable; antiguas obras de arte que devuelven momentos históricos acontecidos siglos atrás, como la primera misa oficiada en La Habana en 1519; leyendas que reflejan la imaginería popular; bailes que rememoran pasajes de otras culturas que alimentan nuestra savia y un ser humano agradable, culto e ingenioso.
Entre sus ciudades más emblemáticas se encuentra su capital: La Habana, recientemente proclamada Ciudad Maravilla del mundo moderno (junto a otras seis ciudades elegidas por voto libre, a nivel mundial); Trinidad, Cienfuegos y Camagüey, todas ellas categorizadas Patrimonios de la Humanidad por la Unesco.
Joyas de un pasado rico en legados, estas ciudades guardan secretos e historias desgranadas en cada portal colonial; prendidos a una verja, o dormidos en cualquier techo de tejas. Muchas atesoran también, en el interior de sus construcciones y en la esencia de sus pobladores, parte de la génesis que nos fue conformando como el país asombroso que somos.
La cultura, otro de nuestros aciertos insulares, es parte de los regalos que espontáneamente ofrece esta porción de tierra caribeña. La danza y música cubanas, difundidas y disfrutadas mundialmente, conforman el divertimento que desborda teatros, centros culturales y fiestas.
La música brota de las tradiciones más genuinas de la Isla; es por ello que Cuba acoge un importante número de eventos y festivales, entre los que se destacan: el Festival Internacional de Guitarra, el de los Coros, el Festival del Son &Benny Moré", el Jazz Plaza, Boleros de Oro, y el ya famoso Festival del Caribe, cuya plaza es la oriental y cálida provincia de Santiago de Cuba.
Otras manifestaciones de la cultura tienen su espacio en galerías de arte, salones de exposiciones y lugares públicos. El Museo Nacional de Bellas Artes, por ejemplo, atesora valiosas colecciones de pintura cubana, donde sobresalen figuras como Wifredo Lam, Marcelo Pogoloti, Amelia Peláez, Carlos Enríquez, Fidelio Ponce, René Portocarrero, Servando Cabrera, Acosta León, Mariano Rodríguez y lo más representativo de la plástica contemporánea.
Pero además, por sus intensos contrastes, Cuba es también naturaleza viva: olor a frutas, sabor a caña; visión de tierra altiva y llana; sonido de manantiales y pájaros; paisajes desconcertantes; flora y fauna abundantes y una diversidad y endemismo a gran escala.
En esta Isla de textura verde, tropical y húmeda destacan varios puntos geográficos, apreciables por sus valores, y entre estos lugares premiados con el don de la singularidad se encuentran: el valle de Viñales —declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad y Paisaje Cultural varias Reservas de la Biosfera y los Parques Nacionales &Desembarco del Granma" y &Alejandro de Humboldt". Muchos de estos sitios se encuentran entre los destinos preferenciales para el turismo de naturaleza.
Los recuerdos para llevar, de regreso a casa, pueden ser muchos, desde ese bronceado de trópico que tantos buscan una vez puesto un pie en esta Isla auténtica, hasta un baile bien aprendido; una ciudad para soñar, amigos para siempre y un asombroso paisaje donde imaginemos, una vez más, la estadía perfecta.