Con verdadero amor y orgullo los pobladores del encantador poblado de Velasco, perteneciente al municipio Gibara, de la oriental provincia de Holguín, muestran a los viajeros de paso y amigos el Centro Cultural Félix Varona Sicilia, más conocido popularmente como Casa de la Cultura, uno de los edificios más originales y hermosos de Cuba.
Su nombre oficial homenajea con toda razón a quien concibiera y estuviera al frente de la concreción de la magnífica obra, el incansable promotor cultural de la localidad Félix Varona (1927-1997), quien la soñó e imaginó y echó pie en tierra por ella junto al arquitecto estadounidense Walter Bethancourt Fernández, residente en Santiago de Cuba entonces.
Aprobado el proyecto desde 1964 por el Gobierno cubano, ejecutor de la obra, tuvo que pasar un largo proceso para que se concretara esa maravilla arquitectónica de muy compleja concepción técnica y cultural, pero valió la pena el resultado final de esa espera enriquecedora en cada paso.
Su estilo finalmente, y esto no fue fortuito, es considerado ecléctico porque en su estructura coinciden estructuras vistas en el teatro inglés, vidrieras o vitrales góticos por donde se filtra mágicamente la luz del trópico, rectángulos, cuadriláteros y trapecios de las construcciones militares coloniales, terrazas incaicas, elementos mesoamericanos precolombinos y aleros asiáticos, entre otras formas, todas en una armonía estética difícil de concebir pero lograda con maestría.
En fin, allí está sin falta lo cubano enlazado a lo mejor de la cultura arquitectónica universal, todo plasmado fundamentalmente en ladrillos, metal, madera y rocas, elementos usados en su propia valía, rehuyendo el uso de la pintura allí donde no fue necesaria.
Sui géneris y exquisita la Casa de la Cultura de Velasco, con sus jardines bellos e impronta majestuosa se integra sin embargo al entramado urbano del pueblo, junto a la vida comunal, muy cerca de la entrada de esa suerte de villorio cubano, sin herir empero a aquel entorno que parece haberlo estado esperando.
No puede negarse que fue la plasmación de un esfuerzo local muy imperativo que se puso al nivel del gran movimiento artístico y arquitectónico impulsado por el advenimiento de la Revolución en los años 60 del pasado siglo, muy ostensible en la capital cubana y en el que colaboraron destacados profesionales cubanos y extranjeros.
El pueblo de Velasco se hizo eco con esta magnífica obra que cumple un importante servicio cultural y espiritual, con excelentes condiciones en especial para las representaciones teatrales, pero que incluye la recepción de todos los géneros artísticos.
En esa laboriosa comunidad, dedicada fundamentalmente a tareas agrícolas y a la ganadería, esa institución es una suerte de símbolo o fetiche que hace crecer a cada lugareño, que sabe agradecer la idea creadora de su inolvidable promotor. Sobre todos los niños y jóvenes, quienes disfrutan a mares sus beneficios, así lo piensan.
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