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Quizás su obra más mítica o llena de sortilegio y misterios sea el famoso Castillo Cabarrocas o Cabarroca, enclavado a la vera del menguado río Buey Vaca, en la occidental ciudad cubana de Matanzas, de la provincia del mismo nombre.

Tal Castillo con cierta fama de encantado y de atractivo turístico como mirador de la ciudad y el paisaje, no es con mucho la obra más importante de su creador. Ya verán.

Y aunque sea cierto que en días corrientes se conozca muy poco sobre la impronta del arquitecto, escultor y dibujante cubano Félix Cabarrocas Ayala (1887-1961), hay que reconocer que fue un profesional con una obra notoria y digna de encomio, por la que mereciera especial reconocimiento y fama en su tiempo, muy merecido todo.

Por ello se apunta en sus datos biográficos que fue Miembro de Mérito de Escultura de la Academia Nacional de Artes y Letras, desde 1947, al tiempo que integró la sobresaliente firma Govantes y Cabarrocas.

No era matancero, sino santaclareño ese creador de uno de los íconos culturales más emblemáticos de Matanzas. Nacido en la ciudad de Marta Abreu en 1887, cursó la carrera de Arquitectura en la Universidad de La Habana, donde se graduó en 1910.

En la citada entidad (Govantes y Cabarrocas) tuvo protagonismo como proyectista y constructor de numerosas obras reconocidas aun hoy día como jalones en el urbanismo de la ciudad de La Habana, incluso con reconocimiento internacional.

Citemos por ejemplo el Hospital General Freyre de Andrade (1916), levantado en la capital cubana con una admirable y sólida muestra del estilo neoclásico.

Cuentan que a partir de 1917 Cabarrocas se integra al proyecto del Capitolio Nacional, retomando y dando aportes al primer diseño para esa obra concebido en 1910 por los arquitectos Rayneri (padre e hijo).

Introdujo en su nueva versión cambios apreciables como la escalera y el pórtico, elementos de una gran majestuosidad, ambos terminados en cúpula ideadas por Cabarrocas.

Detenida esa gran obra por unos cuatro años, al reiniciarse en 1925 bajo la directriz total de Govantes y Cabarrocas, se hizo mayor la influencia de ese sobresaliente profesional que brilló en la escalera monumental, entre otros elementos.

Esto no quiere decir que en el capitolio Nacional no destacaran otros grandes técnicos y creadores de la rama.

Otra obra muy famosa en Cuba a cargo de Govantes y Cabarrocas fue la residencia para el doctor Juan Pedro Baró y su esposa, Catalina Lasa (hoy Casa de la Amistad), sita en la barriada exclusiva de El Vedado.

Con un exterior representativo del Renacimiento italiano, en su interior la mansión exhibe un principesco y lujoso Art Deco, digno de un alto nivel artístico y de los recursos empleados por sus ricos dueños.

Sin embargo, esa entidad también tomó parte desde el año 1929 en el proyecto para la construcción del barrio obrero Ludgardita, en el área industrial de Rancho Boyeros, próximo al Aeropuerto Internacional José Martí, que benefició a trabajadores.

Destacamos que desde 1944 hasta el 48 se encargaron de proyectar el Palacio de Bellas Artes, una obra que demandó en su construcción amplios volúmenes de mármoles y piedra calcárea.

Embellecen el edificio pequeños voladizos con grupos escultóricos de artistas cubanos, entre los cuales se admiran piezas de la artista plástica Rita Longa.

Por último no podía falta reconocer que la entidad constructora, desde 1952 a 1958 se hizo cargo de levantamiento de la Plaza Cívica, hoy la histórica y legendaria Plaza de la Revolución José Martí y la Biblioteca Nacional José Martí.

Pero aclaramos que la obra del gran Félix Cabarrocas es mucho mayor y es digna de ser siempre recordada en su conjunto.